Y aquí estoy otra vez, plantada de madrugada frente al escritorio, a la luz de unas velas y con el pijama puesto.
🌕 Luna llena en Leo. Como de costumbre, fresca y lúcida como una lechuga cuando este satélite se deja ver con tanta claridad y llena la casa de luz con sus rayos.
He de ser medio loba, o quizás mis aguas se elevan como la marea en este tipo de configuraciones celestes.
El caso es que me encanta. Me siento llena de vida y con el tanque de inspiración bien cargado para hacer esto.
¿El qué? Pues elegir bajar y escribir a quedarme en la casa dando vueltas y frustrándome por ese “deberías estar durmiendo” autoimpuesto socialmente por una hora determinada.
Hace años que no sigo las normas. Hace mucho tiempo realmente que no sigo relojes ajenos. Entonces, ¿por qué cohibirme de expresarme cuando es realmente lo que necesito?
Pues eso, que tenía ganas de compartir sobre mi mejor viaje del año pasado tal y como hice en este otro post el año anterior.
Me gusta utilizar este espacio también como un altar personal. Donde ir colocando recuerdos y cositas que me traerán memorias futuras de cómo estaba en este momento.
Primero, algo de contexto…
Inicio confuso del año
Como sabes, todo este post es personal. Y como es personal, también me guardaré ciertos detalles por pura privacidad. Ok, lo quiera o no, soy un personaje público (adoro eso de ser personaje, al final, es como una película en la que de una forma u otra, estoy siendo parte de una historia, dentro de otras tantas historias), pero eso no quita que detrás de las cámaras, exista realmente un alma sensible y mucho más extensa a nivel experiencial, emocional, mental y espiritual.
Si como decimos, es una peli, todos sabemos que una peli, es una peli.
En fin, que el año comenzó con mucha incertidumbre en lo que a mi vida personal se refiere. Tenía lo que ahora se conoce como un “casi algo” al que créeme, quería mucho, pero con el que la duda y los ires y venires emocionales eran el pan nuestro de cada día.
¿Sabes eso de que quieres que algo vaya bien, te esmeras para que así sea, pero por alguna razón que se escapa a tu entendimiento, no llega a darse? Pues eso.
Ambos dábamos lo que podíamos, pero nuestras sombras, heridas y facetas humanas, no daban fluidez y rienda suelta a lo que parecía ser una relación de pareja.
Y eso, hay que reconocerlo, es frustrante 😵💫 De la frustración apareció esa marcada determinación, que te hace colocar nuevas coordenadas en tu mapa. Por lo que con mucho disgusto, aunque también cierta aceptación debido a que no era la primera ruptura que tuvimos, apareció un punto y aparte.
Aparte y a partir al otro lado del mundo
Como suele ocurrirme, de nuevo, México es la tierra donde fecundan mis grandes cambios.
La realidad es que no fue premeditado. Mientras el padre de mi hija pasaba un fin de semana con ella a finales de junio, una noche, como esta pero mucho más temprano, entre música, incienso y bailes me asaltó una idea.
¿Y si coges a tu hija y le das una sorpresa llevándola de vacaciones a algún lugar increíble?
Ella estaba disgustada porque este año, pasaría agosto con su padre en el pueblo y en la ciudad y el mes de julio conmigo, en casa y sin hacer nada porque estaba en pleno lanzamiento de una formación y tenía que dedicar mucho tiempo al tragozo.
👧¡Qué aburrimiento mami! Me decía.
Pensé: Qué c****, mi hija merece unas vacaciones extraordinarias como ella. Vamos a darnos un par de semanitas y aunque tenga alguna tarea que hacer, un punto a mi favor es que puedo hacerlo desde cualquier sitio o apretar el culete las semanas previas al viaje para dejarlo todo listo.
Y así fue. Mi primera opción era Egipto, pero el calor sofocante y los precios me tiraron para atrás. Luego, imaginé un viaje por Europa en tren, pero aunque a ella le flipen los trenes, sé de buena mano, que el trajín que implicada el cambio de lugares y las visitas a toda prisa por ciudades no la iban a ayudar a disfrutar unas vacaciones guays.
Así que, sólo por curiosidad, miré billetes a Cancún. Allí tenemos buenos amigos, gastaríamos poco y adora las playas y las selvas de ese paraíso.
El precio de los billetes de avión me hicieron seguir el impulso y comprarlos. Y a todos los amigos, excepto a uno, les dije mi plan.
¿Recuerdas que te mencioné el post de mi anterior viaje? Pues ese fragmentito de espejo al que me referí como promotor de mi salto cuántico fue el único que no sabía que iríamos a verle.
No existen las casualidades, pero si las causalidades
Y a causa de esta “sorpresa” que le dimos, él ya había hecho sus planes e invitado a uno de sus amigos a ir a su casa en las mismas fechas.
¡Qué disgusto se llevó cuando supo que no podría acogernos! Pero ni él, ni mi hija, ni yo, podríamos imaginar en qué resultaría esto.
Cuando Naomi supo del viaje, en serio, su reacción fue desmedida. Nos cogimos de las manos y girando mientras dábamos saltitos cantábamos “nos vamos a México, nos vamos a México”.
Qué bonito poder hacer eso por un hijo. Estoy sumamente agradecida a Dios por permitirme hacer estas cosas por ella 🙏 Creo, sinceramente, que los viajes nutren el alma de experiencias, rincones, momentos y personas especiales.
Estar sembrando esta semilla aventurera en ella, es para mi un auténtico privilegio.
El caso, es que fuimos para allá y compartimos tiempo con amigos, que son familia. Ana Luisa Larrazábal, una de ellas.
La conocí en un evento que hice en Akumal en 2020 llamado “Chakra Healing”. Recuerdo la primera vez que la vi, acercándose a la palapa donde daría yo mi clase de yoga y meditación y cuando nos miramos, abrí mis brazos para abrazarla y se echó a llorar.
Qué mujer tan poderosa. Qué corazón tan noble. ¡Y qué compañera de profesión tan inspiradora!
Sin lugar a dudas, Naomi y yo hicimos planes increíbles, visitamos playas preciosas y también pudimos alojarnos en hoteles tan maravillosos como el “Izla” en Isla Mujeres. Gracias Samuel y gracias infinitas también a mi amigaza por la oportunidad.
Y entonces, apareció él
En realidad, apareció según pusimos pies en tierra santa. Ahí estaba, con mi amigo esperándonos en el aeropuerto.
Un americano, alto, guapo, fuerte y con el que apenas podía entenderme debido a mi temor a hablar en inglés.
👽 Era tan rarito como yo, como mi amigo, como Naomi.
Los planes que hicimos los cuatro, fueron estupendos.
A la piscina y visitar a Mú 🐶, a bailar salsita y jugar al futbolín, a hacer música random y comer mangos, a un centro comercial donde se escapó un Johnsaurio…
Y mi amigo, normalmente andaba “en friega” todos los días, por lo que él, pasaba tiempo solo.
Un día se me ocurrió invitarlo a un plan. Y con mi pésimo inglés y una propuesta algo loca para pasar el día, John, que así se llama el afortunado, vino con Naomi y conmigo a disfrutar de una plaza de la zona hotelera.
Hubo de todo, pero sobre todo, se sentía un ambiente muy cómodo. Como si esta conjugación de almas hubiera estado juntas toda la vida.
💁♀️ Olas turquesas gigantes, arena blanca y fina, un buffet libre elegante, piscinas interminables, tableros de ajedrez tamaño XXL y la desaparición de Wilfred, el unicornio/pulsera de mi hija.
Y con este hombre… qué paz, qué conexión y qué divertido todo.
El lenguaje y la palabra puede que nos acerque a las personas, pero a veces, puede incluso resultar un muro.
Con John, el entendimiento iba más allá de los idiomas. Aún así, él se sentía cómodo para intentar practicar su español y yo mi inglés, así que resultó ser un día muy bonito compartido por los 3.
Y entre más coincidíamos, más me atraía. Aún así, después de lo vivido a inicios del año, no tenía muchas ganas de dispersarme y en mi mente sólo había lugar para dos cosas: mi hija y mi proyecto.
Su última noche la pasamos en un espacio precioso en la selva, junto con mi querido espejito, Armando.
Ellos, en una cabaña y Naomi y yo en otra. Acristalada, rodeadas de selva, en el precioso espacio de OMA de Cancún.
Y al despedirnos temprano en la mañana, me dejó una frase perla de esas que se te quedan bailando en la mente todo el día. Algo así como que le había gustado conocerme, pero que sabía que había mucho más allá de lo que pudo ver durante ese viaje y que quería explorar mis adentros vaya.
Qué piropo tan bonito que alguien te diga eso, ¿no crees?
Total, que nos quedaban unos cuantos días más allí y disfrutamos un montón del solecito, la gastronomía y nuestros amigos hasta que llegó el momento de regresar a España y con mucho desgarro, pero sin apego, tuve que despedirme de mi hija por un mes para que fuera a sus vacaciones con su padre.
Vacaciones de madre: mode on
Adoro a mi hija. Adoro tener su custodia y ser la que cada mañana la despierta y cada noche la acuesta. Aunque por supuesto, se hace intenso criar sola, atender sus necesidades y estar 24/7 sin intimidad alguna (quitando las horas del cole, claro).
Agosto sería un mes de ultraproductividad para mi.
Pero inició con algún que otro tropezón que me sacó de mi centro y me mantuvo distraída por algunos días 😅
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no me enfocaba? Traté de sacudirme la culpa y como entre tanto, había podido conversar más con John por WhatsApp, de una forma espontánea e inocente, le invité a venir a pasar unos días a España.
Como buen sagitario, aceptó y el 14 de agosto aterrizó en Almería para pasar conmigo algo más de dos semanas. Entre tanto, yo tenía viajes y curro, claro, y la primera etapa de su viaje sería aquí, en mi pueblito, en medio de la nada.
Lo bueno es que es alguien capaz de valorar el silencio, el sol, el agua de la montaña y los higos. Gracias a Dios, aprecia la vida simple, la meditación, el yoga y la naturaleza. E importante: los gatos.
Aquí discurrieron los días y la magia floreció entre nosotros sin dificultad alguna. Todo fácil, todo fluido.
Viajamos a Madrid, viajamos a Barcelona… Y de pronto, en este viaje, nos dimos cuenta de que estaríamos juntos toda una vida.
Me enamoré hasta los huesos. Y yo, que quería estar centrada en mi hija y mi proyecto, entendí que podía hacerlo también estando enamorada de él.
Porque nada pedía, porque nada esperaba 🫶 Y en esta danza, todo lo daba y certeza encontraba.
Un hombre, inteligente, profundo, trabajado emocionalmente, con muchas experiencias de vida, comprometido, disciplinado, con instinto paternal, divertidísimo y alocado, aventurero, viajero, sano y sexy, muy sexy.
Un alma hermosa confeccionado absolutamente a mi medida. Con el que… por supuesto, quiero crecer y construir algo juntos.
Sin expectativas, claro. Pero con total compromiso, devoción y respeto hacia nuestro amor, que es algo realmente sagrado.
Movimiento, mucho movimiento
Después de agosto, con confianza y cero miedos, iniciamos una relación a distancia y eso implicó muchos movimientos.
Aviones, muchos aviones. ¡También trenes! Viajes con trabajo incluido, pero nada nos importaba, mientras pudiéramos estar juntos. Se sentía tan normal nuestra compañía que no estar el uno al lado del otro era lo realmente extraño. Nos pertenecemos, decíamos.
O como llegó por obra divina a mi mente una noche compartida: John, nosotros vivimos en Estamos Unidos. Tal cual, es así como lo sentimos.
Como si se tratara de un país aparte, alejado de todo lo conocido para el resto de los mortales.
Un amor así, no puede ser de este mundo… Al menos, yo nunca lo había experimentado.
Y si, la relación a distancia puede no ser lo más deseable, pero cuando hay tanta certeza, no supone un impedimento para que el amor siga creciendo.
Gracias a todos estos movimientos, pude conocer la ciudad de Nueva York y también, las increíbles y místicas montañas de Adirondack al norte de EEUU.
Y vaya, que además mi inglés ha dado un salto exponencial gracias a él.
Y hoy día, hace una semana que está oficialmente, viviendo en España.
Oficialmente, convivimos desde hace 7 días.
Siete preciosos días en los que nuestros mensajes nocturnos en WhatsApp de “One day less” se han transformado en besos de buenas noches en nuestra cama pronunciando “One day more“.
Todo con él es TAN FÁCIL ❤️🔥 Nos amamos, es simple. No hay más vuelta que darle, no hay cambios drásticos en nuestras emociones, no hay faltas de entendimientos o conflictos dramáticos.
Nos coordinamos a la perfección en el día a día, nos damos tiempo de calidad, de solitud y de auto-cuidado juntos.
Compartimos un estilo de vida, una mentalidad y una visión en común. One flesh, para nosotros, es todo sencillo.
Y a partir de aquí… inicia un nuevo viaje para mi. Este fue el viaje a México que de nuevo, marcó un antes y un después en mi vida.
Exactamente dos años después de esa otra irrumpida en mi zona de confort, y gracias a la misma persona, que en esta ocasión, hizo de nexo para que pudiera conocer al hombre de mi vida. Grachias guchanito 🪱 por ser además de un espejo, una gran puerta en mi vida.
Ahora tú, que me lees y me sigues con curiosidad… ¿Quieres vivir los aprendizajes que la vida me traiga conmigo?
Sígueme por mi Instagram y únete a mi lista de correo para que te pueda llegar todo lo nuevo.
Gracias infinitas por leerme y acompañarme en esta gran peli que estoy creando.
Deja una respuesta