Es normal que en ocasiones surjan circunstancias que te hagan entrar en un estado negativo: enfados, malentendidos, decepciones, injusticias, tristeza o dolor físico, por poner algún ejemplo.
Pero… ¿Qué pasa cuando esto se convierte en algo rutinario?
Irascibilidad, búsqueda de conflicto constante, extremos juicio, chantaje emocional hacia los demás, catastrofismo…
¿No son acaso estados que deberíamos evitar a toda costa?
Pues evidentemente si, nadie quiere vivir repleto de emociones negativas, pero desafortunadamente, se trata de un círculo vicioso del que es difícil escapar (sobre todo cuando no somos conscientes de que nos encontramos en él).
El victimismo pasa a formar parte de nuestra personalidad a no ser que despertemos y comencemos a tomar responsabilidad de nuestra vida.
¿Qué significa tomar responsabilidad exactamente?
Se asocia la responsabilidad a tener que pagar ciertos gastos, hacernos cargo de otras personas o animales y tener obligación de cuidar de algo, ¿verdad?
Pues hoy vengo a desmontar todos tus esquemas y elucubraciones respecto a éste término.
La responsabilidad es la capacidad de responder. A todos nos gusta responder, de hecho, es un derecho que todos tenemos.
Respondes al teléfono cuando suena, respondes cuando te hablan o cuando te proponen algo.
Pues tomar responsabilidad de tu vida significa precisamente, responder a la vida.
Cabe diferenciar que responder no es lo mismo que reaccionar.
Cuando respondes, lo haces desde un estado de calma, habiendo pensado previamente tu respuesta.
Sin embargo, cuando reaccionas, lo haces visceral e impulsivamente, sin razonar lo que entregas.
El organismo reacciona ante ciertas situaciones que considera peligrosas. La amígdala es la responsable de tu cerebro que se encarga en dar respuesta a estímulos que lo atemorizan, por ejemplo.
Si a través de tus sentidos llega a ella alguna cosa que ponga en peligro tu integridad, la amígdala liberará ciertas hormonas que impulsarán a tu cuerpo a responder de cierta manera (como correr, quedarte inmóvil o prepararte para la lucha, por ejemplo).
Entonces, visto que para salir de un estado negativo debemos de responsabilizarnos y responder, vamos a ver a través de qué herramientas podemos conseguirlo.
Herramientas para salir de un estado negativo
Auto-conciencia
Nada mejor que la auto-observación.
Salirse del “uno mismo” para poder percibir la circunstancia en la que nos encontramos es la herramienta clave para dejar el bucle de negatividad.
Pero claro, esto no se da de la noche a la mañana en un atisbo de iluminación, que va. Para esto debemos entrenarnos.
El mindfulness o la práctica de atención plena nos va a ayudar a esto.
Tomarnos un tiempo al día para respirar y meditar es la mejor opción que se me ocurre.
Por un momento, desactivas el piloto automático y comienzas a ver las cosas del presente con total claridad.
Esto con el tiempo y la constancia, irá trasladándose a lo largo del día.
Empatía
Dejar el ego a un lado va a ser todo un acierto.
Estamos tan sumidos en lo que nosotros pensamos/sentimos/hacemos, que olvidamos que hay vida más allá de nuestro ombligo.
¿Y qué hay más eficaz para conseguir dejar de pensar en nuestro “yo” que la empatía?
Nos contamos tantas veces la misma historia que al final terminamos creyéndola sin ponerla en duda, pero si observáramos más allá de nuestro papel protagonista, entenderíamos cada suceso de forma más amable.
Ser capaces de ser sujeto y objeto a la vez, interpretando la realidad con todos los ojos posibles, será una herramienta básica para escapar de la espiral del victimismo.
Amor propio
Una de las consecuencias de la baja autoestima es ese estado negativo constante.
Al final, crees que no mereces sentirte bien, que vivir con la sensación de gozo no es para ti, sino para otros.
Empieza a procurarte más amor y compasión y dirige tu día a día a tratarte bien.
Al principio, será todo un mundo, pero una vez inicies la mecánica, el mecanismo hará el resto.
Háblate bien, haz cosas por sentirte mejor contigo mismo, con tu cuerpo y con tus decisiones.
Comienza a actuar de forma coherente con tus valores y principios, cuida tu cuerpo y sobre todo tu mente.
Rodéate de personas que también sean capaces de valorarte y aléjate de toda conducta destructiva.
En este enlace te dejo 11 ejercicios para aumentar tu autoestima, espero que te sean de ayuda.
Conclusión
Ya es hora de desintoxicarte de todos esos pensamientos negativos y tensiones.
¡Aléjate de los ambientes nocivos como foros, sobremesas de temas del telediario y cotilleos del vecindario!
Es un buen momento para comenzar a leer libros interesantes que te ayuden a mejorar como persona, asistir a talleres o cursos de crecimiento personal y ver documentales y vídeos que hablen sobre consciencia, autoestima y felicidad.
Da igual la edad que tengas, da igual todo lo que hayas vivido y lo profundo que te encuentres actualmente anclado en esas creencias limitantes, lo que importa es el AHORA y si estás leyendo este artículo es una señal clara de que tienes que ponerte manos a la obra.
¿Me permites acompañarte?
Gracias por pasar por aquí, espero de todo corazón poder serte de ayuda.
¡Un abrazote enorme y hasta pronto!
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