Recuerdo perfectamente la tarde en la que sufrí mi primer ataque de ansiedad.
No fue sin embargo, en uno de los tantos momentos claves traumáticos que he vivido a lo largo de mi vida.
Sino que fue una tarde primaveral, soleada y con el cantar de los pájaros de fondo.
Es cierto que estaba en una etapa muy complicada en la que lidiaba con un grave problema familiar.
Pero en ese momento, me encontraba en casa tranquilamente.
Me empezó a doler el corazón. Me faltaba el aire.
Pensé que me estaba dando un infarto porque el dolor se extendía a lo largo del brazo izquierdo.
Una sensación angustiante me recorrió todo el cuerpo y pedí ayuda para que me llevaran al hospital.
Una vez allí, alarmados por mi peculiar estado, me atendieron relativamente rápido.
Todo lo que me hicieron tras un rápido chequeo fue meterme una pastilla bajo la lengua y decirme que esperase un poquito ahí.
Yo, totalmente ignorante de lo que sucedía sentí que de una forma u otra, no me iban a dejar morir, así que esperé intentando estar calmada.
Poco a poco todo pinchazo se fue disolviendo y en un rato llegó el doctor, quien me explicó que sólo había sido un ataque de ansiedad.
Respiración para calmar ansiedad
Desde aquél momento me planteé mucho todo.
Llevaba meditando muchos años, estudiaba inteligencia emocional y me formé como coach.
¿Por qué sufría ansiedad? ¿Cómo no era capaz de gestionarla eficazmente?
Si bien es cierto que atravesaba un problema complejo de resolver, mi actitud frente a él era impecable.
Pero claro, por dentro… ¡La cosa era distinta!
Guardaba mucha tensión, mucho miedo y mucha preocupación.
Mi mente iba a mil en el tiempo que pasaba fuera de la meditación.
Tenía dos trabajos, estudiaba, me pasaba el día en el transporte público y me mantenía ocupada.
Pero pese a eso, no solía estar donde se suponía que estaba.
Siempre llevaba mis pensamientos hacia el problema, hiciera lo que hiciera.
El médico me propuso medicarme para sobrellevar mejor la circunstancia, pero era algo que evité a toda costa.
No quería tener que depender de una pastilla para sentirme bien.
Entonces busqué en mi…
¿Por qué meditando es el único momento en el que mi mente no está en el problema?
Descubrí que era la concentración la que me sacaba de mis ruidosos pensamientos.
Así que busqué la forma de llevar esa concentración más allá de mi práctica formal meditativa.
¿Qué mejor que atender de forma consciente mi respiración?
Eso no me implicaría dedicarle tiempo de forma particular, podría hacerlo estuviera donde estuviera.
Así que empecé a utilizar la respiración para calmar mi ansiedad.
Pranayamas para la ansiedad
Como decía mi maestra de mindfulness, hay que coser el paracaídas antes de lanzarse al vacío y no mientras una cae por el vacío.
Por eso, entendí que respirar conscientemente en todos los momentos que me fuera posible sería algo muy beneficioso para mi.
Los pranayama son técnicas de respiración yóguicas que, desde hace más de 2.000 años, han formado parte de las enseñanzas de vida de las personas en India.
Tienen infinitos beneficios, que varían en base al tipo de respiración que sea.
Rítmicas, con retención, purificantes, generadoras de calor, calmantes… ¡Existen muchos pranayamas!
Y para la ansiedad hay algunos muy efectivos que pueden ayudarte si los practicas en tu día a día.
Recuerda, hay que prepararse antes de que una crisis de ansiedad llegue, ya que intentarlos mientras se sufre el ataque añade un plus de tensión a nuestro cuerpo.
Técnicas de respiración para relajarse
En el siguiente vídeo te muestro 3 técnicas de respiración o ejercicios para que puedas practicar diariamente.
Son sencillos, prácticos y además, los puedes hacer varias veces al día ya que no tienen ningún tipo de contraindicación.
¡Dale al play!
Después de una crisis de ansiedad
¿Y después de una crisis de ansiedad qué?
Pues nada mejor que intentar conservar un estado ecuánime el mayor tiempo que sea posible.
Si se viven experiencias difíciles es normal que esa situación se lleve gran parte de nuestra atención.
Pero debemos intentar sacar tiempo para procurarnos un espacio seguro, íntimo y de serenidad.
Para ello, te dejo a continuación dos propuestas: meditación y yoga.
A mi personalmente, me sirvieron de mucho incorporar estas dos disciplinas a mi vida con regularidad.
Al tiempo de una práctica constante, he abandonado ese estado de ansiedad en el que vivía.
Por eso cada día agradezco al universo el haberme puesto ante tantas dificultades y retos.
Sin ellos, no habría encontrado esta paz interior que suele acompañarme cada día.
Obviamente, no soy una iluminada, también siento emociones conflictivas, me llegan pensamientos destructivos y me suceden cosas que me complican los planes.
Pero he aprendido a no dejarme arrollar por todo esto, a sentarme dentro de mi observando con una actitud de no resistencia que me ayuda a vivir más plena.
Y por eso quiero hoy motivarte a hacerlo, a comenzar a andar.
No es un camino que se ande en un día, ni tampoco un camino que te vaya a llevar a un sitio en concreto.
Pero te asegura un viaje apasionante que no deberías ignorar: el viaje hacia tu interior.
Espero que te haya sido de ayuda este artículo, te leo por los comentarios.
Un abrazote enorme cargadito de paz y calma.
Silvia Peña Camarero dice
Me ha encantado tu vídeo. Voy a ponerlo en práctica estos días, porque salir a la calle con toda la situación que estamos viviendo, me está costando muchísimo. Muchas gracias por compartir tu experiencia con nosotros 🙂
Lorena Molinero Martín dice
¡Un placer poder ser de ayuda Silvia! Un abrazo y muchas gracias por pasar por aquí.