El mundo del crecimiento interior es algo apasionante.
No lleva a ningún sitio concreto pero te puede llevar a todas partes.
A veces buscamos manifestar aquello que somos. Esa abundancia interior que sentimos. Ese amor que llevamos dentro.
Prolongar todo aquello que tenemos interiormente al mundo de las formas para, por ejemplo, manifestar abundancia económica en forma de viajes de ensueño, una pareja ideal, una relación perfecta, salud impecable o una casa cerca de la playa.
O quizá estemos en busca de “la verdad”, movidos por una enorme inquietud de saber quiénes somos y para qué hemos venido.
Pero para conseguir lo que quiera que sea que queramos conseguir, me he dado cuenta de que debemos abandonar ese deseo porque emerge desde la perspectiva del “no tengo” o del “necesito eso para sentirme bien”, es decir, desde la escasez.
En nuestro camino interfieren tantos miedos, tanta culpa encubierta y tanta creencia absurda que al final, lo que creemos sencillo, lo volvemos fácilmente complicado.
Afortunadamente, a nivel personal puedo reconocer que cada vez me siento más cerca de mí y voy abriendo más y más espacio al amor y a la consciencia, pero en ningún caso soy una iluminada y créeme, tampoco es lo que pretendo ser.
Pero eso sí, me encantaría dejar de esperar esa casa frente al mar, pero el ego me sigue saludando de cuando en cuando cuestionándome cuánto dinero debo ganar para ello, qué acciones debo llevar a cabo o qué situaciones se tienen que dar para alcanzar un estilo de vida digna de viajera instagramer.
En definitiva, quién debo ser para conseguir todo eso que naturalmente merezco.
Menos mal, que aparte del amor y la consciencia (de forma interrumpida lo reconozco), me acompaña el humor y me doy cuenta de estas cosas que tengo aún pendientes.
Además, qué bonito es el camino del auto-descubrimiento, ¿no te parece?
¿Qué se necesita para el crecimiento personal?
Este camino del auto-descubrimiento es similar al de una expedición en una cueva de piedras preciosas.
Te adentras en ella por un pequeño agujero, sin tener muy claro si vas a caber por ahí o si te quedarás atrapado en él.
Has leído en un libro lo interesante y beneficioso que sería para ti hacerlo, muchos ya lo han hecho y te planteas “¿por qué yo no?”.
Al llegar abajo reptando cual serpiente sientes todo tu cuerpo lleno de polvo y resulta que está oscuro.
Vaya, estás sucio y no sé si estoy solo aquí abajo o hay alguna criatura peligrosa conmigo, piensas.
No ves absolutamente nada y tienes que ir palpando cual invidente y con sumo cuidado de donde posas tus pies.
Después, al tiempo de andar a oscuras, te das cuenta de que llevas una mochila y que dentro de ella tienes una pequeña linterna.
La enciendes y ya puedes ver a un metro de ti.
Continúas recorriendo esa cueva con curiosidad y ganas de encontrar un mineral precioso, pero nada.
Encuentras estalactitas y estalagmitas que atraviesas a duras penas.
El camino no es fácil por ese terreno, pero tu ilusión y tus ganas de encontrar te llevan a seguir caminando.
Y cuando llevas así un rato y más cansado pareces de caminar, te das cuenta de que en tu mochila tienes un pequeño cincel y un martillo y que puedes escarbar ahí mismo.
Te pones a ello y sudas, sudas mucho. Pero al tiempo encuentras una pepita de oro.
Fascinado te quedas observándola horas, días, meses o puede que incluso años.
Enganchado a su belleza, dándote palmaditas en la espalda por haberla encontrado y reconociendo lo bien que lo has hecho.
Pero alumbras y aún queda mucha cueva. Debe de haber más como ésta ahí dentro.
¿Cómo se manifiesta el crecimiento personal?
Sigues adentrándote más y más profundo.
¿A dónde quieres llegar? Ni si quiera tú lo sabes.
Pero has leído que más allá, hay un recoveco enorme repleto de preciosas geodas, con aguas cristalinas y una luz espectacular que alumbra a modo tragaluz en la cueva y tú quieres verlo.
Sólo nos queda seguir caminando, aunque a veces nos llegue la tentación de dar vuelta atrás con nuestra pequeña pepita de oro y salir a la superficie a mostrarla, orgullosos de lo que hemos encontrado y por supuesto, concentrar nuestros esfuerzos en esconderla con avaricia para que nadie nos la arrebate.
Este espacio es una de esas gemas que has encontrado dentro de la cueva del autodescubrimiento, pero por favor, no te conformes con poseerla y ve a mirar más allá, donde habita la experiencia y verás que la riqueza que te espera, es mucho más valiosa que cualquier material brillante que puedas encontrar en el camino.
Mi proceso de crecimiento personal
Como te decía antes, exactamente, no puedo decirte qué es lo que pretendo profundizando más y más en esta cueva del auto-descubrimiento, pero tiendo a compartir lo aprendido, a continuar aprendiendo y a que de una forma u otra, esto repercuta positivamente en las demás personas.
¿Para qué? Pues es un interrogante que aún no he resuelto, pero de mi surge la necesidad de continuar haciendo esto que hago hasta que suceda lo que tenga que suceder.
Quizá esté llamada a dedicar mi vida a este camino, a explorar esta cueva y escribir desde dentro textos que animen a otros aventureros a adentrarse en ella para buscar sus propias piedras preciosas.
O quizá esté llamada para que todo esto me lleve a dejar esta profesión y buscar otra más mecánica y autómata, qué se yo.
De cualquier manera, si he vivido lo que he vivido, he descubierto ciertas grutas, me he caído y levantado y he recogido algunas gemas en el camino, hoy mi intención es compartirlas contigo.
Un poco más adentro quizá, o quizá sea lo que quiero creer y en realidad esté justo a tu lado.
Pero eso da igual, vengo a mostrarte cómo viajar en compañía desde dentro y desde fuera de la cueva.
Con o sin linterna. Con muy pocos víveres, los necesarios, para que tu mochila no termine creando una escoliosis severa.
Llevarás lo justo para que no te deshidrates, te congeles o te mueras de hambre.
¿Te animas a venir conmigo?
[…] El crecimiento personal es algo que todos deberíamos tomar como asignatura en la escuela ya que va a ser determinando a la hora de cómo se irá desarrollando nuestra vida, la capacidad de resiliencia que tendremos para afrontar desafíos y nuestra forma de relacionarnos con el mundo. […]