Ayer tuve la gran suerte de impartir un taller en mi zona de forma gratuita en el que se disponía de 15 plazas, pero que sólo se cubrieron finalmente 5.
Sorprendentemente fue, creo, más revelador, inspirador y profundo que si se hubieran cubierto todas las plazas.
Desde un principio intuí que seríamos un grupo reducido y eso irremediablemente me hizo tener una predisposición a no seguir guiones, a no limitarme a lo que había preparado.
Y creo, que todas las mujeres que asistieron vivieron una gran experiencia. Yo me incluyo.
Quizás cuando pensaron en venir creyeron que sería un taller de coaching en los que los asistentes se van “a tope de power“, hablan sobre hábitos, objetivos, formas de enfrentarse a los problemas, cómo ser más resolutivos o la forma en la que encontrarían sus fortalezas y acabarían con sus debilidades.
Y no iban mal encaminadas, pero ¿sabes qué? ¡Que no me gusta quedarme ahí!
Algo más que coaching
Adoro que participen, que me interrumpan, que estén dispuestas y sean flexibles a los cambios de planes.
Porque efectivamente, existe una acción exterior muy importante para cambiar nuestra realidad, pero también existe otro tipo de acción, una acción silenciosa e interior con un poder enorme para manifestar los cambios que necesitamos en nuestras vidas.
Y esa normalmente, no se muestra en las conferencias, talleres o eventos. Tampoco se propone, ni se profundiza en las sesiones individuales de coaching. Y a mi cada vez más, me gusta más integrarla.
Imagino que por lo general, por no asustar a quienes te escuchan.
Porque como decían ayer en el taller las chicas, no todo el mundo está dispuesto a ahondar en sus profundidades, a enfrentarse a grandes preguntas como “¿quién soy?” o “¿para qué?“.
Da mucho miedo. Y lo entiendo, a mi también me ha pasado.
Pero una vez empiezas el viaje como buscador, nunca quieres terminarlo. Es apasionante.
También es maravilloso como conectas y encuentras en tu camino a personas, aparentemente diferentes a ti, pero en esencia, pertenecientes a la misma cosa. Somos uno.
Ayer se crearon unas sinergias preciosas en aquél salón de actos. Mujeres de 18 años, comenzando básicamente su andanza en los mundos del desarrollo personal, con mujeres más avanzadas en edad con una larga experiencia por compartir.
Se respiraba dulzura, comprensión, unión… Mujeres mágicas de verdad.
Y hoy, otras personas me preguntan: ¿Y de verdad que no cobraste nada estando ahí tantas horas currando?
Y yo para mis adentros me digo: ¡Qué dices! ¡Si por esto mismo hay quienes pagarían!
No imagináis todo lo que recojo yo de estas personas con las que me cruzo.
De cada una de las mujeres que abren el Skype y me confían sus adentros en un afán por cambiar sus vidas.
De cada una de las personas que asisten a un taller mío o a una charla y que después me dan las gracias con un abrazo sincero y un brillito en los ojos que ojalá lo viera cada día en todos los humanos de este planeta.
Mi coaching es algo raro porque busco aprender de ellos. Porque no, yo no tengo el conocimiento y la sabiduría absoluta y no me corto en expresarlo.
Trabajo siendo una humana, aunque divina por supuesto, tengo mis imperfecciones, mis dudas y a veces, mis miedos.
Mi coaching es raro pero eso no quiere decir que carezca de valor, de calidad.
Mi plan es aportar, sumar, servir. Por eso no dejo de crecer, de avanzar y de buscar evolucionar.
La primera que se “autocoachea” soy yo. Cada día.
Muchos se aventuran a vivir un proceso de coaching creyendo que todo será fantástico, pero a veces, puede resultar incómodo. Te cuestionas, te indagas y te rompes los esquemas. Pero merece la pena.
Y todo esto, se define, como digo yo normalmente, en un de adentro para afuera. Así es como trabajo.
Obviamente si la persona con la que trato, no se encuentra dispuesta a tratar temas espirituales o profundos, no los tratamos. Porque hay que respetar el nivel de conciencia de cada uno y como bien digo, esta acción silenciosa no se puede hacer por una fuerza externa.
Como sucede en los pollitos, tienen ellos mismos que romper su cascarón para salir a la vida. Si eres tú quien chasca el huevo… Adiós pollito.
Conviene pensar en la persona, en ese ser que en algún momento, cuando sea SU MOMENTO, saldrá a la luz.
Conviene pensar en las circunstancias que ha vivido o vive en ese momento, las creencias que tiene y su concepto de sí misma y del mundo que la rodea.
No creo que sea muy adecuado que un coach siga al pie de la letra un plan. Si, está bien planificar los temas que te gustaría tratar, pero lo más adecuado es dejarse guiar por el coachee, ir a su ritmo y darle lo que realmente necesita y no lo que te gustaría a ti darle.
Mi coaching es raro, pero efectivo
Trato sin más, de dar lo mejor de mi ser y procuro ser fiel a mis valores y principios. Busco recoger la esencia de las personas y aprender de ellas. Me encuentro fenomenal haciendo lo que hago y espero continuar siempre avanzando y mejorando para seguir ayudando.
Gracias por leerme una vez más, un abrazote enorme y si te gustaría decirme algo, hazlo aquí abajo en los comentarios 🙂
¡Hasta pronto preciosa!
Geles Escolar dice
Hola Lorena: No sabes cuanto sentí no asistir, simplemente me dormí. Ya sé que no tengo excusa, y realmente no la tengo, pero llevo unos días muy bajita y cuando estoy de esta manera no duermo por las noches y lo hago por el día……
En serio, sólo te escribo para pedirte perdón y que sepas que me llegan tus correos y te sigo por las redes y estoy pendiente, aunque luego me den los bajones. Espero que sigas siendo tan optimista, sincera , humilde y valiente como lo has demostrado . Deseando de poder conocerte en persona, y que veas que este fallo mío no fue intencionado. Muchas gracias. Un abrazo y ánimo. Geles.
Lorena Molinero Martín dice
¡Hola Geles! No te preocupes mujer, tampoco te castigues por ello. Son cosas que pasan y tienes todo el derecho del mundo de tener días más bajitos de ánimo. No tienes por qué disculparte de verdad. ¡Un abrazote enorme y a por todas! 😉