He de añadir que además, fui sola ya que a mi pareja le salió trabajo de última hora y no pudo venir con nosotras. Es un detalle importante para ponerte en situación.
Comenzaré por revelarte el nombre de este festival: Rototom Sunsplash. Un festival al que fui allá por 2010, cuando aún no era mamá, ni tenía este mindset que tengo ahora, ni las mismas aspiraciones que actualmente tengo.
¿Y por qué volver 8 años más tarde y encima, con una niña? Pues primeramente, porque me gusta la música reggae y después porque surgió la oportunidad de hacerlo. Ya sabes que soy de las que confía en que cuando aparecen señales el universo, hay que seguirlas y ver dónde te llevan. ¡Ese fue el caso!
Según muchos medios de comunicación, el Rototom es el festival de música más family friendly de España. Es decir, que para ir con niños, es ideal. Y lo corroboro. Tienen un espacio totalmente adaptado a ellos que funciona durante el día llamado “mágico mundo” y en el que pueden experimentar con materiales naturales un juego sensorial, libre y creativo.
Era el 25 aniversario y el cartel me pareció de lo más tentador, así que pensé que podría ser una vivencia bonita para Naomi (mi peque de 3 añitos).
Por circunstancias de la vida, me llegó una corazonada que me hizo no acampar en el mismo camping que ofrece el festival (pese a tener la entrada que me permitía hacerlo). Siguiendo mi intuición, busqué otro camping en los alrededores, concretamente, en el pueblo colindante al del festival.
Preparé todo (que ojo, llené el coche hasta los topes), me desperté a las 4 de la madrugada y metí a la niña al coche para coger carretera el día 16 de Agosto.
El viaje tranquilo, con una sola parada a hora y media del festival y con la peque dormida claro.
Al llegar al parking del festival, barro por todos lados y lluvia fina. ¡Ay madre! La que nos espera, pensé.
Una vez ubicadas, llegamos a nuestro camping y comenzó la odisea de montar una tienda familiar yo sola. Al final, lo conseguí gracias a la ayuda de Carlos y Natalia, dos campistas vecinos que finalmente, desembocaron en buenas amistades.
Pese a las lluvias, nuestro camping estaba decente y no habían causado ningún destrozo.
Tienda lista, mesa y sillas, tenderete para la sombrita, colchón inflable… ¡Todo en su sitio! Ahora a cocinar. Tenía dos fueguecitos eléctricos y como llevé algo de comida no perecedera decidí hacer rápido un arroz (terminamos de montar todo casi a las 3, así que mejor algo sencillito).
La cuestión es que estos dos fuegos no tenían gran potencia y se tardó en hacer el arroz 1 hora. ¡Una hora! La paciencia y el pan de molde que llevaba para ir picando algo nos ayudaron mucho.
Después del viaje lo que menos me apetecía era ir al festival, así que tras una siesta improvisada en el mismo suelo (muy bohemio todo si), nos fuimos a la playa a echar la tarde. Estaba a 50 metros escasos del camping, un lujazo vaya. Pero con la noche pasada de tormentas, estaba la playa llenita de algas. A Naomi le daba igual, así que ahí estuvimos, en un caldo vegetal combatiendo el calor y saltando las olas como dos locas.
Los días siguientes se desarrollaron con mucha calma, sorprendentemente. Naomi y yo estábamos totalmente conectadas, en la misma onda y llevando un mismo ritmo.
Ambas queríamos experimentarlo todo muy mindful, por eso, despertábamos sin prisa, desayunábamos, íbamos a los lavaderos a fregar, cepillábamos los dientes y todo tipo de tareas rutinarias típicas de camping (como lavar braguitas y tenderlas,etc…) se desarrollaban pacíficamente y despacio. Y playa, mucha playa, tal y como a nosotras nos gusta: juegos, rebozamientos en la arena y ningún tipo de postureo. WILD!
Ella hacía amistades fácilmente con niños y adultos del camping, así que era normal verla entretenida jugando con alguien en las parcelas colindantes.
En sus siestas, yo aprovechaba para meditar y leer, todo un lujo en este estado interior tan pausado. Cero redes sociales además, porque “casualmente” me penalizaron una foto por IG (lo cual me hizo no poder acceder hasta llegar a casa) y el wiffi del camping no se me conectaba.
Al final, al festival fuimos 3 veces contadas. Todas ellas de día, exceptuando uno de los días que pude medio disfrutar de un concierto en tributo a Peter Tosh (que me encantó por cierto).
Me encantó que hubiera puestecillos de comida vegana, deliciosa por cierto. Las actuaciones de índole circense son ideales para los más pequeños y los espacios que decoraron, preciosos. Todo envuelto de una filosofía de vida basada en la paz y el respeto.
Uno de los días que nos quedamos en nuestro camping, decidí alquilar una bicicleta de esas con sillita detrás y fue toda una aventura. Hicimos una ruta preciosa que iba por la costa y quitando las cuesta arriba, fue una experiencia preciosa. Eso sí, al día siguiente, yo andaba como un cowboy. No es lo mismo pedalear con tu peso, que hacerlo con 15 kilos tambaleándose detrás jejejeje.
¿Y no tuvo ninguna rabieta Naomi durante esta semana? Si, efectivamente, las tuvo. Pero todo es más fácil de sobrellevar cuando tienes la actitud adecuada. Por eso, te compartiré mis conclusiones y aquellas cosas básicas que no pueden faltarte si decides irte de vacaciones sola con tu criaturita y además, vas a un festival.
9 Imprescindibles para las vacaciones/festival sola con tu hijo
- Lleva algunos de sus juguetes (Cubo, palas, playmobils, cuentos…)
- Cascos protectores (Yo compré estos y salieron fenomenal)
- Llévate media casa a cuestas (Que no te falte un botiquín y todo tipo de menaje del hogar para hacer la estancia lo más confortable posible)
- Busca momentos para ti misma (La hora de la siesta, cuando esté jugando con otros niños…)
- Ten a mano un buen saco de paciencia (La vas a necesitar, créeme…)
- Sé lo más organizada que puedas ser (Así evitarás el caos y podrás mantener algunas rutinas)
- Lleva un camping gas para cocinar (Las cocinas eléctricas son muy modernas, pero no tienen fuerza y ahorrarás tiempo de cocina)
- Adáptate al peque y no al revés (Si pretendes que la criatura esté feliz haciendo tus planes, vas de culo y cuesta arriba. Haz planes pensando en él/ella)
- No intentes contentar a nadie (Acepta los momentos en los que estés cansada y permítete no hacer nada extraordinario)
Y ahora, además me encantaría contarte qué cosas he aprendido yo en este viaje y qué me ha aportado a nivel personal. ¡Son un montón así que voy a intentar no enrollarme mucho y ser lo más concreta posible.
10 cosas que he aprendido al viajar sola con mi hija
- Puedo más de lo que creo
- Confiar en mi instinto, es siempre buena opción
- Echar de menos a tu pareja de cuando en cuando, es saludable
- La vida simple, la vida mejor
- Cada persona, cada pareja, cada familia, es diferente
- Tengo la mejor hija que jamás pudiera haber soñado
- Mis necesidades básicas son pocas
- Soy un as de la organización
- Las cosas más sencillas son las que más me llenan
- Mi hija es un espejito estupendo en el que mirarme
Y ahora, cuéntame tú… ¿Has ido a algún lugar diferente este año? ¿Te parece una locura el plantearte unas vacaciones así? Te leo por los comentarios y te veo por las redes sociales.
¡Hasta pronto preciosa! Y muchísimas gracias por leerme 🙂
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